Hace unas semanas hablando con mi amigo Juan sobre emprendimiento y todo lo relacionado, me contó que cuando comenzó a emprender busco asesorías para que le ayudaran con el alta en la Seguridad Social, en la Agencia Tributaria y asesoramiento contable y fiscal.

No conocía ninguna asesoría, así que, ¿qué hizo? Adivina…

Busco en Google. Pero su experiencia con la búsqueda no fue muy buena. Le resultó difícil encontrar una página en la que se sintiera comprendido.

No me sorprendió en absoluto. Puesto que ahí pude confirmar lo necesarias que son las palabras que están presentes en una web.

Hacía tiempo que sabía de esta “debilidad” pero quería comprobar cómo reaccionaba una persona que tiene una necesidad contable o fiscal específica ante unos textos típicos.

Literalmente me dijo: “la mayoría de páginas que encontré sonaban igual y no me sentí comprendido”.

Es decir, que las páginas de estas asesorías no le transmitían confianza, empatía ni implicación, tres factores clave para forjar una buena relación asesor – cliente.

Mi amigo Juan pensaba que iba a encontrar pronto a su asesor, pero le resultó complicado porque la mayoría de las webs estaban cortadas por el mismo patrón.

Por regla general, salvo contadas excepciones, la web de una asesoría, gestoría o despacho profesional destaca por los siguientes elementos:

  • Textos que carecen de personalidad.
  • Tono distante para demostrar rigurosidad.
  • Artículos en el blog con un lenguaje técnico que sus potenciales clientes no entienden.

Y al final, el resultado es que la gran mayoría parecen similares.

A Juan le costó decantarse por alguna de las asesorías que encontró y así fue como realizó la selección:

  • Solicitó presupuestos a través de email, teléfono y en una primera reunión.
  • Obtuvo 5 presupuestos de diferentes asesores.
  • A partir de aquí eligió al profesional que pensó que le ayudaría en sus primeros pasos del emprendimiento.

Juan solo valoró el precio por el servicio que necesitaba, siendo su elección racional.

Y es ahí donde reside el error. Porque al final acabas compitiendo por precio.

Desde mi punto de vista pienso que no quieres que tus clientes te elijan solo por el precio, ¿o me equivoco? Si no por lo que puedes aportarles. Ten en cuenta que tu competencia está a un solo clic.

Sin embargo, tienes una web que te posicione en Google y no le has dado importancia a los textos, por esos son planos y no expresan beneficios. Y te has olvidado de lo más importante de tu negocio. Tu cliente.

Y además, has descuidado los beneficios y resultados que obtiene tu cliente cuando decide contratarte. Y para ello, debes conocer a fondo a tu cliente, empatizar con su situación actual y exponerle por qué tú y no otro asesor.

Porque los clientes cuando llegan a tu asesoría (a ti como asesor) lo que buscan es confianza.

Y por esta misma razón, la persona que llega a tu web quiere que le comprendas y que le des una solución a su problema o necesidad. Está buscando que tu asesoría o tú mismo puedas ayudarle.

Así que no desaproveches el poder de las palabras para crear esa ansiada conexión emocional y de empatía con tu cliente.

Por eso, si no consigues que el cliente se dé cuenta del valor añadido que aportas, se centrará solo en el factor precio.

Y tú, ¿qué opinas? Te leo.👇

Estoy convencida de que los despachos profesionales, asesorías contables y fiscales, empresas fintech van a sufrir una interesante transformación en su comunicación digital. Mientras tanto, si necesitas ayuda para conseguir que tus clientes empaticen con tus textos y acudan a ti, escríbeme

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